En nuestra era del internet y el correo electrónico, muy probablemente esto no sea posible, al menos que leguemos nuestra contraseña a alguien muy cercano para que abra y husmee cuando ya nosotros hayamos muerto. Pero en la romántica era del papel, la tinta y el sobre con su sello en el extremo derecho, lo que acaba de ocurrir es absolutamente posible.
Una señora de 85 años acaba de recibir, gracias al gesto de una desconocida, un par de cartas que su enamorado le enviara nada menos que en 1945, cuando ya se escuchaban los últimos cañonazos de la Segunda Guerra Mundial.
Dorothy Bartos vivía entonces en el 2713 S. Kolin Ave, en el barrio de The Little Village, en el lado oeste de la ciudad de Chicago, y noviaba con Al Fragakis, un joven marine que permanecía acantonado en una base naval en Coronado Heights Annex, en San Diego, California, en espera de la primera orden del alto mando.